BAÑO ENVUELTO RECIÉN NACIDO

¿Cómo es posible que el primer baño de un recién nacido sea a menudo sinónimo de llantos? ¿Por qué los bebés recién nacidos reaccionan de manera tan rotunda al encontrarse en el agua si, al fin y al cabo, es el elemento que mejor conocen? ¿No hay otra manera de proceder?

Precisamente este es el reto al que quiere dar respuesta el baño envuelto. Se trata de proceder de otra manera y permitir así que los bebés revivan las sensaciones apaciguadoras de un mundo del que han salido hace poco y en el cual el hambre, el frío y el cansancio no existían. Un viaje en el tiempo para poder después sumergirse de lleno en esta vida que les está esperando.

El baño envuelto lo dan los padres. Esto les permite ganar confianza en sus gestos y reproducirlo tantas veces como lo deseen una vez de vuelta a casa.

Este baño se realiza durante los dos primeros meses de vida de los bebés. Lo ideal es empezar a partir del cuarto o quinto día de vida, con el fin de permitirles acostumbrarse a su nueva vida y recuperar fuerzas tras su llegada al mundo. Además este lapso de tiempo permite que la piel absorba el unto sebáceo (vérnix caseosa), verdadero bálsamo milagroso. A partir de ese momento, cuando antes se dé el baño, antes podrá disfrutar el bebé de sus beneficios: relajarse, apaciguarse, aliviar pequeñas molestias, y fortalecer el vínculo con sus padres.